martes, 18 de noviembre de 2014

Adolescencias


Le habrías dado el aire, el agua de un oasis,
y sobre todo, la paz de otra genética.
Pondrías tus mesetas tibiales una y cien veces,
hincadas sobre el suelo por cuidar de su fiebre 
o de sus fantasmas del miedo.
Serías nuevamente la noctámbula, 
sentada en una mecedora 
contra la plenitud de la noche 
en su llanto.

Volverías a parirlo ahora mismo, 
en este preciso instante. Sin anestesia alguna.
Con todo el amor ciego de una madre.
Le darías la mano por los caminos abruptos
y si acaso pudieses; ahora, 
también le ofrecerías 
millones de credenciales
con las que lidiar y vencer
su impetuosa tormenta adolescente.
Le dirías: "Cariño, tú puedes"
"Tú lo sabes, amor, que sí puedes"
Y entonces le darías un beso y él huiría
y tú... 
Volverías a callarte lo mucho 
que se parece al forastero 
pasado imperfecto que te lo dio para el mundo.
Y en los días más duros de la guerra
sólo repetirías con la voz desgastada:
"Te he dicho, qué no me grites"
Y alguna que otra vez, 
querrías volver a besarlo 
en todo el desamparo de su frente.
Volverías a metértelo en el vientre,
a gestarlo orgullosa y rotunda 
para parirlo de nuevo:
mansa, desnuda, solitaria...
Con todo el puñetero dolor del mundo.
Y él sería otra vez pequeño y dócil pajarillo.
Ambarino recuerdo, tierno niño tuyo.
Tendrías de tu parte, por un tiempo
al pájaro tribal de la inocencia.
Sería como vivir una vez más en lo celeste
como volver a la tierra de las cien mil preguntas
de respuestas difíciles.

Sería maravilloso, aunque a pesar de todo, 
puedes tener por seguro, 
que tardaría unos dieciséis años en parecerse tanto 
al forastero padre que aún sigues dejando 
que él: sonría y te pronuncie con orgullo.
Aunque bueno ¿Te imaginas? 
¡Dieciséis años aún por delante...!
Otra vez para ti y para él, 
luminosos y fuertes por las cuestas.
Para que así tú, 
cuando llegase nuevamente la tormenta
fueses tal vez más vieja, más fuerte,
más eficaz o eficiente 
para no tener que repetirle tantas veces:

_No, me grites.



2 comentarios:

Rafael dijo...

Precioso y profundo este poema.
Un abrazo en la noche.

carmen jiménez dijo...

LLeva tu sello en cada verso. Dieciséis años, qué son dieciséis años? Yo que ya he pasado por ellos y que soy más vieja y quisiera pensar que más sabia, sé que volveré a tener que decir dentro de unos años otra vez : ¡No me grites! y que volverá a dolerme cada herida suya de adolescente.
Mil besos amiga.