domingo, 25 de mayo de 2014

Me da miedo escribir...

Obra de Marian López


Me da miedo decir, que nos tenemos miedo...
Que el riesgo no es el riesgo y el viento pide pausas. 
Que mi ciudad es la causa de mis culpas y mi tristeza, la voz que me comulga; que me ha visto desnuda en un crujir de dedos, sobre un teclado absurdo, de salvaciones vanas.
Me da miedo tejer la madrugada y no encontrar mis alas, para partir de ti. 
Sentir que nunca estuve en la piel del océano, ni en tu mundo del agua.
A veces lo recuerdo, en sueños imprecisos... Lo vivo desde el aire y soy puro temblor.
... Me dio tanto pavor no hallar las huellas de mi nombre cubriendo tu horizonte, ni mi camino en tierra, ni mi silencio, amor... abriéndose en tus labios. 
Mirar mis manos en el aire y el centro de mis vértices, volándome otra vez al pronunciarte y una flor en el pecho que se entreabría muda y habitada.
Pero despierto y me da calma, la fe que me contempla, mañana, danzando en otros brazos que también fueron de agua y me sueñan azul. Lejísimos, en otro continente,  a salvo de todas tus miradas...
No sé, si será lo acertado o me bajará, una vez más, al infierno de los hombres y volveré a ser ascua que se alzará hacia el sol. 
Solo sé, que jamás... 
Le contaré lo nuestro: que me inmolaste el pecho, sin saberlo y ardió mi corazón. Porque era un músculo de mimbre, cobarde y emergente... Una selva amarrada a la rueda del Samsara, que sin ti daba vueltas y vueltas, hasta que me encontré en el verbo y me habitó mi voz.
Escribo, te miro y me da fuerza observarte: tenaz y tan altivo en tu distancia, saber que yo acerté cuando no te envié mis cartas para el fuego, mis besos a un no tiempo, mi sed cobijo de ascuas...
Y sé que volaré y me echarás en falta, cuando el sueño te nombre y mi ausencia regrese para escribir niñeces, que te hablarán de mí. 
Pero entonces yo, marinero, habré anclado en otro puerto. Tal vez, ya será nuestra la distancia y tú estarás en otras y otras te amarán, como lo hice yo.
Y yo, remontaré mi vértigo en fieras soledades, levantaré mis sueños, caminaré en el aire y sobre el agua. Ya no serás el maestro que verse en mis silencios, ni entenderás la fuerza de mi arrogante niña... Mi contundente voz gritando contra el viento: ¡ Qué sí puedo!,  porque no tengo el ego anclado a su morada, como creías tú.
Ya no vendrás a infringirme en las noches,  de mi mujer de aire, ni dormirás conmigo, ni andarás por mi casa,  sin que lo sepas tú...
Serás tan solamente, mi caduceo azul, mi complemento ausente, amor del tiempo y del viento y el viento me traerá cuando me nombres tú...
Y yo, sólo te pediré que leas una a una las cartas que escribí de madrugada: las cartas para nadie, las cartas para el hambre, ¡ las cartas para ti...!
Mis lágrimas de sauce derramadas, las balas que lanzaba contra ti, mis palabras de incendio, maldiciendo tu nombre... 
El verdadero recuerdo, 
de que mi amor era cierto... 
La prueba irrefutable
que tendrás de mi inocente espera 
pidiéndote a mi mundo:
haciéndote del aire
soñándote 
sin mares 
y al desnudo 
en la mujer de aire
en la mujer...  de mí.

"mujer de aire"

1 comentario:

Rafael dijo...

Los miedos se pueden vencer, estoy seguro de ello.
Un abrazo.