lunes, 5 de marzo de 2012

Un adiós tan sencillo...

¿Mi corazón desprendido
volviendo a unirse a la rama?





Escribir nuevamente el adiós necesario.
Con los pies, con las manos,
con tu nombre.
Olvidar el reproche
el cómo y el cuándo
el por qué.
Saber que no has de volver
cuando te muerdan los dedos
tus soledades.

Reescribir mi verdad y pronunciarme.
Con mi voz, con mis labios, con mi nombre.
Y decirte un adiós tan sencillo 
que nunca me duela.

No esperar a que pase el invierno,
ni a que brote la tierra
que me prenda de nuevo
a la rama del árbol.

Renacer del silencio,
de la piel del letargo.
Ahora,
en este preciso instante.
Pronunciando un adiós tan sencillo
que te borre sin llanto de mí.